Collage Literario #29: Sean eternos los laureles
Hablamos de nuestro último gran orgullo nacional: El Eternatura.
Antes que nada, les quiero agradecer los mensajitos amorosos por la apertura de la librería virtual. Si todavía no pasaron a visitarla y no conocieron a Nefer, nuestra nutria librera, pueden hacerlo acá. Hay envíos gratis en Capital Federal, Vicente López y San Isidro, y envíos a todo el país por Correo Argentino.
¡Ahora sí! A riesgo de ser reiterativa, quería escribir sobre el tema del que no podemos dejar de hablar porque el orgullo no nos entra en el cuerpo: El Eternauta. Escuché a mucha gente decir que El Eternauta no era solo una novela de ciencia ficción y aventuras, que había mucho más en esta historia. Nunca nadie que mire y lea ciencia ficción podría decir eso. Nadie que lea o mire cine podría decir eso. Toda historia siempre cuenta mucho más que aquello que nos está contando a simple vista. Un poquito de respeto a Gorodischer, Le Guin, Bioy, Shelley y tantos otros.
La ciencia ficción es un género históricamente subestimado, al punto de que en los años 20, cuando el género vuelve a cobrar fuerza en Estados Unidos, se publicaban cuentos de ciencia ficción en revistas llamadas pulp, a las que se las nombraba popularmente como revistas de “comprar, leer y tirar” porque estaban hechas de un papel económico y de muy baja calidad. La ciencia ficción siempre tuvo una gran popularidad, a la vez que le tocó luchar constantemente para ganarse algún prestigio literario.
Daniel Link dice, en Escalera al cielo: utopía y ciencia ficción, que mientras el género gótico se construye alrededor de la pregunta sobre la muerte, la ciencia ficción es un género que se pregunta por la vida y sus posibilidades. La ciencia ficción nos permite imaginar futuros; la pregunta ahora es qué futuros nos permitimos imaginar y por qué nos cuesta pensar en futuros deseables. Juan Mattio, el autor de Materiales para una pesadilla, tiene a la ciencia ficción como una de sus grandes obsesiones y, retomando a otros autores, habla de que estamos viviendo en una época donde hay una paralización de la imaginación política porque logramos imaginar un futuro donde hay cambios, producto de lo tecnológico, pero no un futuro donde haya transformaciones profundas en nuestra forma de vincularnos y organizar el mundo.
A la vez, la ciencia ficción no solo narra un futuro posible, sino que narra los miedos de nuestro presente y esos miedos son diferentes para cada cultura. El Eternauta logró conmovernos y movilizarnos porque reconocemos esa forma de narrar la amistad y esos dolores y cicatrices que aparecen en la serie porque son los nuestros. Ni hablar de quienes transitamos y vivimos en Vicente López y reconocimos nuestro barrio en su versión apocalíptica.
La decisión del guion de narrar la historia de Oesterheld en nuestro presente tiene que ver con que en 1957, cuando Oesterheld y Solano López empiezan a trabajar en la novela gráfica, se proponen retratar su época y la serie toma la misma decisión: narrar nuestra época. Y para eso, es necesario nombrar el 2001 y Malvinas, por ejemplo, porque son hechos constitutivos de nuestra identidad nacional. Uno de los diálogos que creo que nos pinta de cuerpo entero aparece en una de las primeras escenas: Juan Salvo está en el auto junto al Ruso Polsky y Omar, el cuñado de Polsky que acaba de volver de Estados Unidos. Omar dice: ¡Ay, Argentina, qué país! Me fui con cacerolazos y vuelvo veinte años después y me reciben con cacerolazos y Juan Salvo le responde: A lo mejor la piedra sos vos. Muchas veces hay un desprecio por lo nacional que se transforma en orgullo cuando hay un otro que nos critica.
Narrar la argentinidad, con todo lo que implica, nos permite mirarnos con otros ojos, despertar una vez más nuestra identidad. Una de las noticias que estuvo circulando durante estos días es que se multiplicaron las consultas a Abuelas de Plaza de Mayo por parte de personas que dudan de su identidad. Esto se dio sobre todo a partir de la campaña de H.I.J.O.S que salió a reiterar la búsqueda de las nietas de Oesterheld, a quienes seguimos buscando junto al mismo Oesterheld, cuatro de sus hijas y dos de sus yernos que fueron desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar.
Uno de los libros que circuló mucho durante estos días fue Los Oesterheld de Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami donde se cuenta la historia de la familia que fue diezmada a causa del terrorismo de Estado.
Eh, ¿quién te va a cuidar?
Eh, ¿quién te va a cuidar?
En este mundo peligroso
Tenemos que estar juntos
¿Quién detendrá a la turba iracunda si no estoy con vos, nena?
Con este magnetismo que sigue bajando, nena
Con este magnetismo que sigue bajando, nena
La música es otro de los grandes aciertos de la serie. Pasando por Pappo, hasta Mercedes Sosa y los Redondos; la banda sonora de la serie nos lleva a hitos de nuestra historia y nuestro rock nacional. Quién hubiera dicho que Gilda iba a musicalizar el apocalipsis.
Y si bien la serie es la excusa para volver a hablar de El Eternauta, no quiero dejar de detenerme en la novela gráfica, la primera novela gráfica en español y una de las más importantes en habla hispana. Como mencioné antes, Oesterheld buscó retratar su época, así que la novela es un viaje a los últimos años de la década del 50 en Argentina, durante el contexto de Guerra Fría. Es recorrer junto a Juan Salvo las calles de Vicente López, pasando por Barrancas y River y llegando a Plaza de Mayo. Pero además es ver cómo se construye la idea de héroe colectivo, el gran emblema de la novela. Oesterheld logra dejar atrás la idea de un héroe que salva a todos y construye personajes que solo logran salvarse porque se salvan mutuamente: Favalli, Juan Salvo, Pablo, Franco. Y como si eso fuera poco, decide narrar esta historia a partir de dos géneros profundamente populares y desprestigiados, como lo son el cómic y la ciencia ficción.
La ciencia ficción, y obras como El Eternauta, nos permiten ensayar futuros posibles, imaginar salidas, resistencias, mundos nuevos. En tiempos donde todo parece clausurado, la ficción sigue siendo una trinchera. ¡Sea eterna la ficción que supimos conseguir!
Taller de lectura Lecturas errantes
Lecturas errantes es un taller de lectura que se propone viajar por nuestro país y por Latinoamérica a través de la literatura.
En junio, cruzamos la cordillera y nos vamos a Chile de la mano de Pedro Lemebel y Andrés Montero. Vamos a leer Tengo miedo torero, la única novela de Lemebel, donde se narra la historia de la Loca del Frente, una marica que se enamora de un militante que participa en el atentado contra Pinochet en 1986. También vamos a leer Taguada de Andrés Montero , donde el narrador, con la excusa de reconstruir la mítica payada entre Taguada y Don Javier de la Rosa, nos lleva de viaje por la historia de Chile y las voces de sus poetas más memorables.
📍Nos encontramos los lunes 2 y 16 de junio de 18.00 a 20.00 h. Como #CollageLiterario es una librería virtual, nos encontramos en la librería amiga Mandolina (M. Ugarte 2439, Belgrano, CABA). El valor del taller es de $22.500. Se puede abonar en dos partes: el 50% para confirmar el lugar y lo que resta el día del primer encuentro.
💌Si quieren saber más, me mandan un mensajito o me escriben a tallerescollageliterario@gmail.com
Gracias por leer y bancar #Collage Literario♥♥♥
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Dani ♥