Collage Literario #23: Viajemos un ratito al Caribe
Leí por primera vez a Maryse Condé y quedé fascinada. Hablamos de su novela Travesía del manglar.
Dije que en enero este newsletter se tomaba vacaciones, pero que seguramente aparecía porque algún libro me iba a traer hasta acá. Bueno, efectivamente, un libro me dio ganas de venir a escribir.
Me fui unos días a Mar del Plata y confirmé que cuando todo el mundo se enamora de un lugar es por algo. Fueron días de comer churros, tomar mates, recorrer lugarcitos, charlar y leer. Leí bastante durante estos diez días y hubo algunas lecturas en particular sobre las que sigo volviendo. Dos autors argentins que leí por primera vez fueron Marina Closs con Casa de agua y Mario Castells con su novela Plata y escama. Ambas me siguen rondando porque me sedujeron en la misma medida en la que me desconcertaron, o quizá porque me desconcertaron me sedujeron. Hay algo que me gustó y algo que no; digo algo porque no lo tengo claro todavía. Creo que son lecturas que decantan con el tiempo y que se resignifican en una segunda lectura. Seguramente en algún newsletter vuelva sobre alguna de ellas; todavía les estoy dando vueltas. Lo que sí tengo en claro es que son dos autors que voy a volver a leer.
De quien sí quiero hablar hoy es de otra autora que también leí por primera vez: Maryse Condé, una autora guadalupense que nació en 1937 en Pointe-à-Pitre. Si buscamos en el mapa la Isla de Guadalupe, vemos que es una pequeña isla del Caribe, casi invisible en un mapeo general. Hoy en día, Guadalupe sigue siendo colonia francesa y, como todo el territorio del Caribe, tiene una historia atravesada por la violencia de la esclavitud y el colonialismo. Maryse Condé pertenece a una familia adinerada que sentía devoción por París. Para sus padres, “Francia no era en absoluto la sede del poder colonial. Era la auténtica madre patria y París, la ciudad de la luz, bastaba para iluminar su existencia”, cuenta la autora en Corazón que ríe, corazón que llora. A los diecisiete años se fue a París a estudiar y se doctoró en Literatura Comparada. En su tesis trabajó sobre los estereotipos negativos de la población negra que aparecen en la literatura caribeña. La pregunta sobre la identidad caribeña, la diáspora africana y las complejidades de las marcas del colonialismo que siguen tan arraigadas atraviesan su literatura. Además, hay una búsqueda por pensar las tensiones de su propia identidad, la sensación de ser mirada siempre como alguien de afuera. Durante muchos años vivió dando clases en varios países de África, como Guinea, Ghana y Senegal, donde atravesó dictaduras, enfermedades y la desaparición forzada de amigos. Sobre esta época en particular va a escribir en La vida sin maquillaje.
La novela que me presentó a la autora fue Travesía del manglar, editada por Elefanta Editorial, una editorial mexicana que viene haciendo un trabajo interesante publicando autores y autoras caribeñas y africanas, entre otrs. Me parece importante ese dato porque, en general, Condé nos llega a través de editoriales españolas. La traducción es de Ana Inés Fernández, quien también escribe el prólogo en donde nos cuenta que la lengua oficial de Guadalupe es el francés, pero que su sociedad es bilingüe, ya que su lengua de uso cotidiano es el créole, que fue creada por africanos esclavizados durante el siglo XVII. Condé juega con ese cruce de lenguas en la novela, mezclando el francés caribeño y el créole guadalupeño, a la vez que nos presenta personajes folclóricos de la isla como el soukougnan o el Zapotito.
Travesía del manglar es una novela polifónica; cada capítulo está narrado por un personaje diferente. El punto de inicio de la novela es la muerte de Francis Sancher, un extranjero que llega a la isla y que se gana el amor y el odio de los habitantes del pueblo. ¿Quién lo mató? ¿Por qué? No interesa, no es el foco de la novela. Condé nos agarra de la mano y nos hace creer que ese va a ser el enigma central de la historia, pero a medida que la novela avanza, esa pregunta se nos desdibuja completamente. De manera fragmentaria vamos conociendo a Francis Sancher o, mejor dicho, lo que se dice de él. La historia se construye sobre el chisme y el rumor, y, por lo tanto, las versiones se contradicen y se solapan. Luego de que Leócadie Timothée, una maestra jubilada, encuentre el cuerpo de Sancher, la gente del pueblo se acerca para presentar sus respetos al muerto y, desde ese presente, cada uno vuelve sobre sus memorias para recordar su amor u odio a ese muerto. Y, como siempre sucede cuando narramos, la memoria se modifica: “Así está hecha la imaginación popular. Te cambia a un hombre, te lo blanquea, te lo ennegrece a tal punto que su madre, la que lo parió, ya no lo reconoce”, dice uno de los personajes.
A medida que cada personaje se narra, nos narra la historia de la isla y sus tensiones sociales y políticas. Sin embargo, no es la Historia con mayúscula sobre la que posa la mirada Condé, sino que se centra en las pequeñas historias familiares y cotidianas, y en cómo esas grandes violencias atraviesan el día a día de los distintos habitantes del pueblo. Ni hablar de cómo las desigualdades de clase y género se ponen en un primer plano; los mandatos sociales y la violencia condicionan la vida de cada personaje. No hay un tono de denuncia en la novela; hay historias que son narradas. Y hay belleza; la forma de escribir de Condé te obliga a subrayar y frenar la lectura para volver a leer cómo logró sintetizar tanto en esas pequeñas líneas.
Dije que cada capítulo está narrado por un personaje diferente, por lo tanto, construye una voz narrativa distinta en cada capítulo. La polifonía es impecable y la oralidad atraviesa la escritura de punta a punta. La belleza y las miserias conviven porque lo humano cobra relieve en las palabras de la autora. Y el humor se vuelve protagonista; la autora se ríe de esas historias que cuenta, de los dolores que narra.
La maestría de su escritura también se encuentra en lo no dicho. La novela se construye sobre los silencios y los entredichos. Hay escenas que son narradas una y otra vez, pero desde la mirada de distintos personajes. ¿A quién le creemos? También se hace referencia a distintos momentos históricos, como la Operación Carlota, una intervención militar cubana en Angola, por lo que, como lectors, nos encontramos buscando fechas y hechos históricos para ir armando el rompecabezas de la historia.
La lectura es una forma de viaje, y Condé nos lleva a esta pequeña isla del Caribe con sus creencias, sus personajes folclóricos y sus historias. Una parte fundamental de un viaje es volver, y de Condé, una vuelve con ideas y preguntas nuevas. Y con la certeza que nos deja siempre la literatura que nos conmueve: la belleza y las miserias rigen este mundo; el tema es cómo elegimos narrarlas y dónde posamos la mirada.
Chapuzón de lecturas - Talleres de lectura de enero y febrero
En enero y febrero vamos a leer libritos que nos transmitan alguna sensación veraniega, pero eso no necesariamente significa calma; más bien son el anticipo a una tormenta de verano.
🏚 La casita del terror II: Leemos Los elementales de Michael McDowell.
Nos vemos el miércoles 29 de enero de 18.30 a 20.00h. El encuentro es virtual a través de Meet.
🐾 Los galgos, los galgos de la amada Sara Gallardo. Nos vemos los viernes 7, 14 y 21 de febrero de 19.00 a 20.30 h en @suertemalditalibros
🐚 Amores profundos: Leemos Nuestras esposas bajo el mar de Julia Armfield.
Nos vemos el miércoles 26 de febrero de 18.30 a 20.00h. El encuentro es virtual a través de Meet.
💌Si quieren saber más, me pueden escribir a tallerescollageliterario@gmail.com
Si quieren saber algo más sobre los talleres, me pueden escribir. También pueden mandarme recomendaciones o comentarios sobre el newsletter ¡Bienvenidas sean las nuevas lecturas!
Gracias por leer y por bancar #Collage Literario♥♥♥
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Recuerden que, en principio, nos volvemos a leer en febrero. Digo en principio porque siempre puedo leer algo que me dé muchas ganas de venir a escribir sobre ello.
Dani ♥
Hola! Qué interesante todo lo que fuiste contando de la autora. No la conozco pero ya la agrego a la lista de pendientes. Me recordó a una novela de Jamaica Kincaid, Autobiografía de mi madre.
Qué interesante! Me la apunto para rebuscar sobre esta autora. El caribe y la polifonía me hicieron pensar en La catedral de los negros, de Marcial Gala, la leíste? Corregidor tiene una linda colección de autores caribeños, Archipiélago Caribe, yo soy fan de Eduardo Lalo pero esa novela de Gala es única.